El Jardín Secreto de Montera es uno de los lugares más especiales que puedes visitar en la capital, y desde luego es el que me vino a la mente para estrenar esta colaboración en el blog de LeBlue desde que Carmen me lo propuso.
Tiene todos los ingredientes necesarios: es monísimo y muy instagrameable (¡componente esencial!), tienen una tarta que está para morirse (para mí, requisito imprescindible) y, sobre todo, ¡es secreto! Y, como todo lo secreto, suena a exclusivo. Sólo con eso ya te dan ganas de visitarlo, ¿a que sí? ¡Pues espera a ver las fotos!
DÓNDE ESTÁ
Para encontrar el Jardín Secreto de Montera tienes que visitar la tienda de Salvador Bachiller de la calle Montera número 37, muy cerquita de Gran Vía. En la cuarta planta, después de subir y subir viendo bolsos y monederos de cuero (que hacen más ligeros los cuatro pisos de escaleras), llegas a la primera cafetería.
Ésta ya de por sí es preciosa, con un papel pintado que da ganas de quedarse a vivir (o de montar allí una sesión de fotos, como me contó la camarera que sucedía a menudo). Allí tienen expuestos croissants y todo tipo de cosas tentadoras, pero no elijas mesa todavía, ¡que lo mejor está por venir!
EL JARDÍN SECRETO
Si eres capaz de resistir el canto de los croissants y sigues avanzando, habrás encontrado por fin el Jardín Secreto, una terracita descubierta completamente rodeada de plantas. El ambiente es una maravilla, tiene un montón de pequeños rincones para crear diferentes espacios ¡y hasta un columpio!
Al tratarse de una terraza en un piso más o menos alto, el ruido de la calle es apenas perceptible, pero sigue siendo posible disfrutar de la brisa, el olor fresco de las plantas y las flores y, en general, todas las ventajas de estar al aire libre. La comida está muy bien también (tienen hasta un té de mojito muy rico), y eso se refleja en el precio 🙂 La cuenta te la traen en el típico monedero con forma de taza de Salvador Bachiller, del que yo soy fan desde hace años. ¡A mí son detalles como esos los que me ganan!
Pero desde luego, mi detalle favorito fueron estas notitas motivadoras que venían enganchadas a la pajita del té. Entre eso y los dos trozos de tarta, me fui con una sonrisa en la cara, el monedero un poquito más vacío y la firme decisión de volver (eso sí, cuando haya algo que celebrar, que como desayune todos los días a ese precio me va a dar algo).
¿Y tú, te animas a descubrir el Jardín Secreto de Montera?